Particularidades del Chrysler LeBaron GTC

Chrysler LeBaron GTC, el auto que más prometía y quedó quedó en el olvido

Cuando hablamos hace unos días sobre la caída de Chrysler, la realidad es que el panorama sería muy diferente si el LeBaron GTC hubiese cumplido con las expectativas iniciales. Diseño innovador, potencia y un andar sensacional lo convertían en la gran promesa, pero no pudo ser.

El hecho de ser coupé, de origen americano y arribar a Europa lo consolidaba como un auto único. Por eso las expectativas eran muy altas, pero diversas cuestiones lo llevaron al peor panorama posible. Te contamos cuáles y el resumen de una de las historias más interesantes del mundo automotriz.

LeBaron GTC

Un desembarco americano en Europa, lo distintivo

El Chrysler LeBaron GTC llegó al Viejo Continente a finales de los ‘80, en un momento en que la marca buscaba abrirse paso en mercados internacionales. Aunque ya había tenido cierta relevancia en España gracias a los modelos producidos en Villaverde como el Dodge Dart o el 180, este constaba de una apuesta distinta.

Importado directamente desde Estados Unidos, el LeBaron GTC ofrecía un aire exótico que lo hacía destacar frente a los modelos europeos. Ya su nombre indicaba mucho, con una siglas que referían a un motor especial y de altas prestaciones, además de una carrocería coupé nada frecuente en aquel entonces.

El diseño de este coche de Chrysler era inequívocamente americano. Sus faros retráctiles y líneas angulosas le otorgaban una estética especial. No obstante, este exotismo venía acompañado de un precio considerable: 3.2 millones de pesetas (equivalentes a unos 22000 dólares actuales).

Chrysler LeBaron GTC, coupé

Equipamiento de lujo, pero con grandes limitaciones

El enfoque en el confort representa una de las principales características del Chrysler LeBaron GTC. Los asientos de cuero con reglaje eléctrico eran estándar en esta versión, lo que lo posicionaba como el más premium. Al mismo tiempo, otros accesorios básicos para Europa, como el aire acondicionado y los elevalunas eléctricos, eran opcionales y requerían un desembolso adicional.

El interior del LeBaron era fiel reflejo de su origen estadounidense, con materiales y disposición de mandos que no eran comunes en el viejo continente. Su precio elevado y ciertas carencias en elementos de confort afectaron y mucho la reputación de este vehículo.

Qué motor tenía y por qué era considerado un adelantado

El Chrysler LeBaron GTC contaba con una gran innovación bajo el capó. En lugar del tradicional e imaginado para los ‘80 motor V8 americano, tenía uno turboalimentado de 4 cilindros y 2.5 litros que entregaba 155 CV y un torque de 284 Nm. En consecuencia, su nivel de eficiencia era muy elevado y se mostraba como el más cómodo y relajado para el día a día.

Asimismo, el LeBaron GTC estaba disponible con una transmisión manual de cinco velocidades, cuya suavidad y precisión fueron ampliamente elogiadas. También se ofrecía una opción automática, pero la primera era la favorita, sobre todo para el manejo deportivo.

En cuanto al rendimiento general, este coupé padecía una particularidad: incumplía con las expectativas de los conductores europeos. Según las pruebas realizadas en la época, se desempeñaba mejor en carreteras amplias y a velocidades moderadas, lo que reflejaba su esencia americana.

Chrysler LeBaron GTC, de origen norteamericano para Europa

De hecho, el enorme diámetro de giro de 13 metros y su peso elevado limitaban la maniobrabilidad del vehículo, especialmente en zonas urbanas o carreteras de curvas cerradas. En Estados Unidos no implica un inconveniente, pero en Europa, con zonas más estrechas, sí.

De la gran promesa a quedar en el olvido

A pesar de sus virtudes, el Chrysler LeBaron GTC no logró consolidarse en Europa y fue perdiendo relevancia en su país de origen, a tono con lo que sucedería en los últimos años con la marca.

Todo lo que inicialmente despertaba grandes expectativas (diseño, motor turboalimentado, potencia, desempeño, etc.) se inhibió. Mejor dicho, resultó insuficiente para conseguir sus objetivos, a tal punto de que -dicho muy resumidamente- no pudo ser.

Con el tiempo, el LeBaron GTC pasó a ser un recuerdo para entusiastas y coleccionistas, pero quedó lejos de alcanzar el impacto que Chrysler esperaba. Hoy en día, es un testimonio de cómo las diferencias culturales y de mercado pueden determinar el destino de un auto. Nada más que eso.

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