La industria automotriz en México vivía en los ‘80 una transformación. Las opciones de vehículos disponibles eran limitadas, y las marcas de lujo extranjeras, como Audi y BMW, no alcanzaban la reputación actual. En este contexto, emergió el Chrysler Phantom, un modelo que cambió las reglas del juego.
Este vehículo no solo se convirtió en un símbolo de estatus y de lo más lujoso. También marcó un punto de inflexión en la cultura automotriz mexicana y fue clave para la historia de la compañía norteamericana. Cómo era, versiones, lo que sucedió luego y más.
Escasez de autos, el fruto del Chrysler Phantom
Hasta antes del arribo del Phantom, las opciones de vehículos en México eran escasas. La industria estaba dominada por fabricantes nacionales como Chrysler, Ford y General Motors, además Nissan y Volkswagen.
Sin embargo, había un vacío notable: no existía un modelo que reuniera lujo, deportividad y exclusividad en un paquete. Por eso el Phantom estableció un antes y un después, ya que llenó ese espacio, con una propuesta hasta entonces inexistente para el mercado azteca.
Diseño y tecnología que rompieron esquemas
Basado en la plataforma K de Chrysler, compartida con el exitoso New Yorker, el Phantom presentaba un diseño atrevido y deportivo. Sus líneas musculosas y una estética diferenciada lo hacían destacar frente a la sobriedad de otros coches disponibles en el país.
Este diseño era más que un capricho estilístico, tal como se puede apreciar a simple vista. En pocas palabras, simbolizaba un cambio hacia un enfoque más sofisticado y aspiracional en el diseño automotriz. Y claramente cumplió con eso.
El interior del Chrysler Phantom tenía dos objetivos: impresionar y brindar el máximo confort. Por eso era llamativo y estaba equipado con asientos de piel, tablero con insertos de madera (o imitación, dependiendo de la versión), aire acondicionado, vidrios eléctricos y un sistema de sonido avanzado, entre otros.
Asimismo, el vehículo ofrecía un nivel de confort y tecnología que superaba a otros autos nacionales. Por este motivo, sumado a su buena relación costo-calidad, se posicionó como un modelo deseado por empresarios, políticos y artistas.
¿Cuántas versiones había y en qué se diferenciaban?
El Chrysler Phantom estaba disponible en dos versiones, cada una dirigida a un público diferente: el R/T y ES. La primera, de carácter deportivo, contaba con un motor de 2.2 litros turboalimentado, de respuesta ágil y que brindaba una experiencia de conducción emocionante.
Por otro lado, la variante ES, más enfocada en el lujo, tenía un 2.5 litros aspirado y un tanto menos potente que el 2.2. No era el más eficiente, pero privilegiaba la comodidad y la elegancia sobre las prestaciones. Y era muy confiable para el andar cotidiano.
¿Cuáles eran sus rivales?
El Chrysler Phantom ocupó un nicho de mercado único. Aunque había otras alternativas como el Ford Mustang, Chevrolet Cavalier Z24 y Nissan Hikari, ninguno exhibía el lujo y la deportividad de la misma manera.
El Phantom iba más allá de las especificaciones técnicas e incluso de lo que se apreciaba al observarlo. El prestigio asociado a su posesión lo distinguía de cualquier otro.
En una época en la que los autos premium extranjeros eran inalcanzables, este modelo se erigió como un verdadero referente de exclusividad. No es el más recordado de la actualidad, pero sí fue un antes y después para Chrysler.
El legado del Phantom
Aunque el Chrysler Phantom dejó de producirse hace más de 30 años, su impacto perdura hasta hoy. Hay quienes lo definen como un objeto de culto entre entusiastas que se dedican a restaurar y conservar.
Si alguna unidad de este coche se encuentra a la venta, es probable que aparezcan muchos oferentes. Su legado trasciende incluso las décadas y recuerda una época en la que la industria automotriz mexicana podía ofrecer un vehículo que simbolizaba estatus, lujo y deseo.