Motores con turbocompresor, una historia única en Porsche

Motor con turbocompresor, un antes y después para los autos deportivos

El desarrollo de la tecnología del motor con turbo o simplemente turbocompresor significa una auténtica revolución en el mundo automotriz, dado que marcó un antes y un después en el modo en que los autos deportivos alcanzan y gestionan su potencia. Lo que comenzó para el diesel y para modelos de grandes dimensiones, ahora predomina.

Motores con turbocompresor, una historia única en Porsche

El motor con turbocompresor fue creado originalmente para la aviación y posteriormente se lo adaptó a los diésel de camiones. Luego, durante los ‘70, se abrió paso al mundo de la competición, de la mano de marcas pioneras como Porsche.

El origen de la revolución turbo en la competición, el primer paso

En 1970, Porsche dominaba las carreras de resistencia con su icónico modelo 917. Sin embargo, la introducción de nuevas normativas que limitaban la cilindrada de los motores a 3.0 litros obligó a la marca a buscar una alternativa para seguir siendo competitiva. 

En este contexto, Ferdinand Piëch, Director de Competición de la firma de Stuttgart, y su equipo técnico comenzaron a explorar la posibilidad de utilizar turbocompresores en sus coches de competición. Concretamente, a reducir el cilindraje y sobrealimentarlo para no perder potencia y, además, conseguir otros beneficios, algo inusual hasta ese momento.

El objetivo era simple, pero ambicioso: aprovechar los gases de escape del propulsor para accionar un compresor que, a su vez, incrementaría la cantidad de aire y combustible en la cámara de combustión. ¿El resultado final? Un motor de 12 cilindros con dos turbocompresores de más de 1000 CV.

El turbocompresor en acción: poder y desafío

El debut del motor turboalimentado en competición no fue sencillo. Los primeros pilotos en probar los vehículos equipados con esta tecnología enfrentaron un reto inesperado: el turbo lag. Es decir, el retraso en la entrega de fuerza al acelerar, característico de los primeros sistemas. Se trataba de una explosión de energía difícil de controlar, sobre todo en curvas cerradas y tramos que requerían cambios constantes de aceleración.

No obstante, los ingenieros de Porsche encontraron rápidamente una solución mediante la implementación de una válvula de descarga, conocida como wastegate, que posibilitaba una gestión más eficiente del mismo. Así, la compañía logró una serie de victorias en competiciones tan exigentes como el campeonato Can-Am.

De los autos deportivos a los tradicionales de carretera

El éxito del motor turboalimentado en la competición cambió positivamente la historia de Porsche, pero también allanó el camino para que llegara a los vehículos de producción en serie. En 1974, el fabricante presentó el 911 Turbo, un deportivo que adoptaba la misma tecnología desarrollada en los circuitos de carreras. 

Con una potencia que superaba los 500 CV, el 911 Turbo revolucionó el mercado automotriz al ofrecer una experiencia de conducción única. Su propulsor alcanzaba su máxima eficiencia en momentos en que otros ya habían agotado su capacidad. En otras palabras, las aceleraciones y desempeño era superior y el consumo de combustible menor. En consecuencia, todo parecía ser mejor.

Un legado que se extiende por el mundo

Desde su introducción, el motor con turbocompresor fue evolucionando y perfeccionándose hasta convertirse en gran protagonista en los coches deportivos modernos. Tal es así, que hoy está presente no solo en los más sofisticados de Porsche, sino también en los más compactos de otras marcas como Volkswagen, Peugeot, Renault, Chevrolet y Ford, entre otras.

A modo de resumen, la tecnología permitió a los fabricantes incorporar mecánicas más pequeñas y eficientes, sin sacrificar la potencia ni el rendimiento. Es cierto que no todas son ventajas, ya que algunas cuestiones que se fueron evidenciando con el transcurso de los años explican por qué, por ejemplo, un 2.8 litros turboalimentado no es igual que el 5.0 litros convencional al que sustituyó.

En un contexto en el que el cuidado del medioambiente y la necesidad de reducir las emisiones es esencial, el turbo sigue desempeñando un rol protagónico. De hecho, se lo podría considerar un paso intermedio entre el alto cilindraje y lo híbrido y eléctrico.

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